martes, 14 de julio de 2009

Los cretinos (II)

Esta semana, si me lo permitís -y si no también- voy a tirar de archivo y os presento un artículo que escribí en un blog llamado http://losajosquemadosfilm.blogspot.com. En él hablaba de los cretinos cinematográficos, aquellos que ven soledad donde tú no ves más que un árbol ajado. No se trata de sensibilidad, ni siquiera de percepción, es tan sólo un problema de estupidez posmoderna.

De paso, con esta cita, recuerdo una de las mejores experiencias de mi vida, que fue la de participar en el rodaje de Los ajos quemados, gracias a su director y amigo mío, Marco Lledó-Escartín, quien confió en mí más allá de lo razonable. Y sin más preámbulos, que ya están bien, os dejo con:


No más trascendecia (de la necesaria)

El mundo del cine está inseparablemente relacionado con el arte y ello trae consigo ciertos problemas. El mundo del arte está inseparablemente relacionado con el de los cretinos y eso puede hacer mucho daño a una película. No pretendo entrar en el vano y estéril debate de: Si el vídeo-arte es arte; ¿qué es el cine?, ya que la respuesta es muy simple. Un arte muy superior al vídeo arte, pues en él confluyen la fotografía, la literatura, la pintura, la música, la interpretación y, aun así, no todo asegura un buen resultado.

Sin embargo, el éxito furtivo que tiene el vídeo-arte se debe a un hecho muy sencillo; su público es homogéneo, entre el cual, la mayoría no sabe qué está viendo. No obstante, como el pretendido artista tampoco sabe muy bien qué demonios está haciendo, no tiene mucha importancia. Espectador y autor vomitan tratados filosóficos.

En cualquier caso, el cine debe enfrentarse a una prueba mucho más dura; la de los no-intelectuales. Las personas sin ningún tipo de pretensiones pseudo-artísticas (el arte de verdad jamás es "pseudo") no quieren extraños subproductos ininteligibles. Quieren ver algo que les aporte una sensación, que les despierte algún recuerdo o que sea capaz de pulsar la tecla adecuada en su interior. Y, por supuesto, quieren entretenerse.

Esto no quiere decir que haya que fabricar engendros funcionales según modelos establecidos de éxito. Simplemente hay que comprender que el cine es una forma de expresión y, por lo tanto, si no has sido capaz de explicarte, habrás fracasado en muchos aspectos. Es bien cierto que una película no es sólo un medio de comunicación, pero si la relación autor-espectador no funciona, el resto poco importa.

Hoy hablo a título personal, como co-guionista de la película, porque Los ajos quemados se presta a la teorización vacía. Es una historia de guerra y de muerte, de las relaciones humanas y de la degradación y desesperanza de una persona. Muchos serían capaces de hablar horas sobre cada fotograma, cada diálogo y cada expresión y "llegar a lo más profundo". Sin embargo, no habrían rozado siquiera lo superficial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario