A veces camino por la calle con la mente muy por encima de los áticos llenos de plantas. Me van y me vienen pensamientos que casi puedo ver bajar y subir a través de los rayos de sol de los que huyo. No quiero, en cambio, evitar esos pensamientos, por puro fugaces, por instantáneos y perecederos. Antes solía apuntarlos, es más, llevaba siempre un folio doblado y un bolígrafo bic que corté por la mitad, pero ahora me planteo que tal vez los desvirtúe al fijarlos.
Las ideas fugaces, como las estrellas, cruzan la bóveda craneana y te hacen sonreír o emocionarte. Durante ese breve lapso de tiempo, tus ojos no ven y tus oídos no oyen. Caminas por inercia y maniobras con la precisión de un siniestro autómata. Te golpean el alma, te despiertan por dentro y luego desaparecen dejando una estela a la altura de su brillo. Por eso, al echar mano del papel y el bolígrafo y luego releerlas, no terminamos de entender que habíamos visto de especial en ellas.
Esta circunstancia afecta a casi todos los momentos maravillosos que se evaporan antes de marchitarse. Es en su fugacidad en dónde reside su magia y, en consecuencia, no tiene sentido buscar prorrogarlos. A todos se nos ocurre, desde los ya mencionados “pensamientos de luz”, hasta un bebé que nos devuelve la sonrisa desde el hombro de su madre, pasando por el mágico e intermitente cruce de miradas con la atractiva desconocida de turno que nos las responde. Nada de ello esta hecho para durar y nada de ello debe tener mayor trascendencia.
Este conjunto de polaroids mentales no se registra en la memoria a largo plazo, no tiene ningún significado más allá de unos pocos minutos después de sucederse. No obstante, forman parte del continuo devenir y ayudan a mantener la perspectiva frente a los momentos e ideas que sí deben perdurar, porque no son fugaces, porque son necesarios y porque no sólo tienen significado por si mismos, sino que nos lo prestan a nosotros.
Por ello, suele ser mejor olvidarse el papel en casa al lado del bolígrafo y dejarse llevar por todos esos instantes. Permitir que se cuelen la ideas en nuestras cabezas como se filtra el sol a través de las hojas de los árboles. Nadar entre la gente de cara en cara sin buscar la que queremos encontrar. Las ideas importantes y las personas importantes destacan por sí mismas. No necesitan de recordatorios ni fotografías, porque se graban a fuego en la cabeza, porque te paran en seco y te impiden pensar en cualquier otra cosa.
Es mejor caminar sin pisar el suelo del todo hasta que nos cojan de la mano y ocupemos el sitio que nos corresponde. Podemos dejarnos acariciar y mecer por el continuo devenir con la seguridad de que en algún momento se parará y dará igual todo cuanto hayamos apuntado en mil papeles. La historia ya la habremos escrito sin trazar una línea. Sólo entonces entenderemos que no podemos atrapar la vida, que todo cuanto nos queda es dejarnos atrapar por ella.
hombreee un final de esos que me molan jij
ResponderEliminarCrisss
Te atrape, tu la llevas!!!!!
ResponderEliminarBesos de los nuestros para el bombónqueescribebien
;)XD :) ;) :P mayte.
para que no te quejes de que a ti no te pongo caritas juasjuas
Cris, muchas gracias por leerme y me alegro de que te guste.
ResponderEliminarMayte, me atrapaste, yo la llevo, yo te llevo (donde quieras). Besos largos.