martes, 1 de diciembre de 2009

Una calma a punto de estallar.

Hace unos días, un amigo al que aprecio mucho y cuya opinión me merece un respeto considerable me acusaba de escribir artículos “sin chicha”. Mucha palabra biensonante, alguna imagen bonita, tal vez un juego de palabras más o menos elegante, pero ya está. Es decir, el escrito en cuestión no iba más allá de un mero –siempre me ha encantado este pez tan feo- ejercicio de estilo.

Yo, haciendo gala de mi habitual desengaño con el mundo, le respondí que me conformaba con haber sido capaz de llevar una periodicidad estricta. Cosa que, teniendo en cuenta mi falta de regularidad para cualquier trabajo, ya me parece meritoria. Sin embargo, mi pose desapasionada no conseguía engañarme lo suficiente y me venía el run-run de la conciencia. Y es que lo que empezó siendo una obligación ha llegado a ser en muchas ocasiones una necesidad, una válvula de escape, un divertimento, una conversación con ustedes.

Precisamente eso era lo que me dolía. Por supuesto que el ego también, pero, por muy maravilloso que me crea, no me gusta engañar a nadie y menos a los pocos lectores que pueda tener. Aquellos que entran cada semana y esperan algo de mí. De verdad, no es que me haya dormido en los laureles o que mi querida gripe A me cortase un poco las ganas de escribir, es que me sentí como un profesor de Ciencias de la Información. Y eso sí que no.

Durante los cinco años que duraron mis estudios de Periodismo, me vi obligado a leer los libros de muchos profesores que los consideraban de estudio imprescindible para la comprensión de la materia. La materia en cuestión era, en realidad, una mierda; una pérdida de horas y dinero que sólo servía para alimentar la endogamia academicista de una facultad obsoleta. También es cierto que tuve profesores excelentes, que realmente influyeron en mi forma de entender el mundo y en mi forma de escribir. Y todos cumplían una regla: ninguno me obligó a leer un libro suyo.

Desde luego yo no obligo a leer esto a nadie. Ustedes entran y, dependiendo del día, sonríen, se entristecen, se ilusionan, empatizan, se sienten indiferentes… Pero jamás quiero que se sientan timados. Porque me debo a su confianza. Porque me he dado cuenta de que este ejercicio de constancia no tendría sentido si nadie me leyera. Quizá esto desvirtúe el pretendido intimismo de los textos, pero me obliga a superarme. No quiero ser un profesor de Periodismo, recostado en su cátedra o en su titularidad, escribiendo textos que complican la sencillez para convencerse de su inteligencia a costa de menospreciar la ajena.

Por ello, prometo que cada artículo que escriba será más o menos entretenido, o sentido, o atractivo, pero llevará de mí todo lo que puedo dar. Los que me conocen saben bien que odio a los cretinos y su teorización vacía. Esto es la realidad a tientas y la realidad ya es bastante compleja como para darle vueltas sin querer llegar a ninguna parte. Yo siempre pretendo alcanzar algún destino –más bien lo persigo-, aunque no sé muy bien dónde queda. Sólo sé que escribiendo voy haciendo camino y que ustedes, leyéndome, me van orientando.

De momento trataré de superar la apatía que ha enturbiado mi escritura y me ha obligado a complicar los artículos. Y es que, tras una época emocionalmente convulsa, me hallo en una estabilidad intranquila muy poco propia de mí, que no quiero confundir con una pérdida de ilusión. Tal vez por eso me falte la motivación que antes veía sólo con sentarme frente al mar.

Y eso que él no ha cambiado; sigue aquí, frente a mí, azul tormentoso, profundo, como hinchado. Parece guardar bajo unas pequeñas olas otras olas gigantescas. Y las esconde bajo la sencillez de un día tranquilo. No se molesta en aparentar temporal hasta el momento oportuno. Pues no tendría sentido romper tantas olas sin asegurarse una calma tan cierta como la propia tormenta. Mientras tanto, yo ando a ratos queriéndome enamorar, a ratos queriéndome desenamorar, y negándome la calma que debería reconfortarme de una vez.

Nadando en una calma a punto de estallar.

11 comentarios:

  1. El atractivo, el entretenimiento, la empatía y demás sentimientos que puedan producir los artículos en tus (¿pocos?) lectores, dependen en un gran porcentaje de los ojos que te estén leyendo.
    Sabes que no entiendo mucho de poesía, ni de letras profundas, ni de muchas de las cosas que dices en lo que escribes...lo que sí entiendo es que escribir es importante para tí y para tu día a día, así que sigue con ello y a ver qué sale.
    Aunque si ese "toque de atención" te ha servido para ofrecernos buenos textos, bienvenido sea!

    Besitos madrileños querido!

    PD: "...me venía el run-run de la conciencia"

    Vaya... :P

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  2. Mira ke te dije ke no hicieras mucho caso a "ese amigo al que aprecias mucho y ke su opinion te merece un respeto"..porque a veces atrapado por su ego abandona la objetividad dando paso a la critica incitante...
    Por cierto, me encantas...
    Krystel.

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  3. me encantaaaaaaa debería ser de OBLIGADA lectura para los alumnos de primero de periodismo de la ucm, y para profesores a lo fajardo jaajajaj

    bsillos sin escamas

    Crissss

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  4. Hola, Chicas.

    Diana: Escribir es importante para mí, sí. Ojalá algún día lo que escribo sea importante para vosotros y no porque lo sea para mí. Ese será el gran momento. Hasta entonces, aprecio vuestro apoyo y por él escribo.

    Krystel:Encantarte es uno de mis entretenimientos favoritos. El amigo en cuestión dice las cosas de corazón. Es como yo, un ego desmesurado en un corazón idem.

    Cristina: Me alegra que te guste. Ciertamente me hubiera venido bien leer esto en primero. Pero también me gusta llegar a las conclusiones mediante la experiencia. Ahora reconozco a un cretino a una distancia prudencial.

    Besos a las tres.

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  5. Por fin, un texto para la cabecera de esta pagina, y solo han tenido que pasar 7 meses y medio, jajajajaja. Me suena a borron y cuenta nueva, aunque yo creo que todo no haya que borrarlo. Me gusta la declaracion de intenciones, ahora solo queda esperar....

    [Impaciencia]

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  6. Chechu, no es un texto de cabecera. Es sólo una explicación por si alguno de mis lectores -que pretencioso suena esto- había tenido la misma impresión que tú. Y de borrón y cuenta nueva, nada, seguiré con mi estilo. Simplemente intentaré ir en la dirección correcta, es decir, en dirección contraria.

    Un abrazo.

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  7. A mí nunca me decepcionó una visita al blog. Y si no hay chic(h)a, casi mejor. El vacío tiene más de que llenarse.

    Un placer

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  8. Me alegra leerte por aquí. Gracias por tu confianza. El siguiente artículo tratará eso del vacío, el silencio y el espacio y si debemos llenarlo antes de que nos llene él a nosotros.

    Un abrazo.

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  9. "Sin chicha ni limonà" ¡ venga ya ! Soledad, miedo y coraje, amor y desamor, entre otros temas. Si con esto no podemos cocinarnos un buen plato, que me diga..¿ chechu ? con qué. Yo me voy a por la sal y la pimienta. Me ha gustado el punto dulce y amargo de tu última creación. Me voy a ponerla en la nevera para bebérmela bien fresquita.
    Un beso literato

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  10. Es cierto lo que dijiste que leyendote te llegaría a conocer más...no he leido mucho pero por ahora me está gustando.

    Un besito granadino :P

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  11. Muchas gracias, Laura. Qué siga gustándote. Un beso cosmopolita.

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