miércoles, 15 de diciembre de 2010

Poesía y actualidad.

Estos días de atrás he estado un poquito más inmerso que de costumbre en la actualidad informativa. Quizás porque la situación lo requería, quizás porque pensaba que los lectores lo reclamaban. Y ahora no sé muy bien por dónde andar. Si bien es cierto que mi persona no debe, en principio, provocar un interés masivo, tampoco tendría que hacerlo mi visión sobre el devenir público. Además, un comentario de un amigo me recordó mis viejos artículos, incluso los del principio, incluso los que no publiqué o aquellos que se quedaron en dos párrafos huérfanos. Entonces me sentí prosaico de repente.

Así, sin previo aviso, todas las noticias me parecieron banales y aburridas. Feas y sucias. Me parecieron intrascendentes por su propia pretensión de trascender. Y pensé en los actos que carecen de esa pretensión, en los Grandes Actos y en los Pequeños Actos –todos con mayúscula-. Pensé en sus ojos entornados al sol de una playa que la reclamaba desde hacía tiempo. También pensé en aquella puesta de sol que parecía querer incendiar las ramas desnudas que cubrían el horizonte. Y, por supuesto, reviví los paseos en moto y la luna sobre el mar y las cenas con los amigos y las siestas interminables. Entonces dejé de sentirme prosaico.

Lo que mi amigo me recordó es que veía poesía en todas partes, como leyó de mí una vez. Esto debe rememorarse una y otra vez, si es que llega a olvidarse. Y si resulta que es cuestión de perspectiva, probemos a dar uno o dos pasos, o a inclinar la cabeza unos pocos grados. Los actos intrascendentes no son prosaicos, no quieren trascender, tan sólo ocurren porque sin irrefrenables. No niego que la actualidad esté formada de ellos, pero el propio carácter noticioso los oculta. Oculta todo el proceso y lo deja en un acto aparentemente aséptico e indudable que se hace pesado de entender. Simplemente porque cuesta identificarse.

Por ello, siempre he pensado que era tarea del periodista traducir la realidad. Yo no puedo ponerme en semejante posición, porque me parece terriblemente complicada. Porque, al final, lo que nos iguala a todos es la poesía en sus múltiples formas –prosa incluida-. Nos iguala porque es una traducción de sentimientos que casi todos hemos experimentado en uno u otro momento. Cuando es buena, sea música, pintura o literatura, no busca pasar a la posteridad, sino expresar un estado de ánimo que no puede permanecer oculto. Porque nace de la necesidad de compartir, de sentirse comprendido, de formar parte de algo tan especial como usual.

Aun así, a pesar de su universalidad, los sentimientos precisan de esa interpretación que hace posible su comprensión generalizada. Todos podemos ver poesía en todas partes, si miramos entre los enredos de la realidad, si le damos una oportunidad a los sentidos por encima de la razón. Se trata de buscar lo único, de reducir nuestra vida al mínimo común denominador que nos hace tan iguales. Tal vez sea un solo punto en común, pero será mucho más grande que todas las pequeñas diferencias que nos separan.

Ahí es dónde falla la actualidad. Intentamos comprender hechos absolutos, olvidando que los han realizado personas como nosotros. Y probablemente, en la mayoría de los casos, lo han hecho en circunstancias extraordinarias que poco podemos entender desde fuera. Sin embargo, la codicia, la ira, la envidia sí podemos entenderlas y aplicarlas a nuestra experiencia. La producción masiva de información confunde al ciudadano, pues le parece estar viendo una película en lugar de un informativo, o leyendo una novela rosa en lugar del periódico. Esa distancia genera una doble moral que degenera en más productos informativos.

Por tanto, parece necesario dar voz a los protagonistas, dejarlos explicarse, por encima de los gritos de los tertulianos, que se mueren por ser noticia. Las personas y los actos son el hecho informativo. El periodista, sólo un traductor y nunca un protagonista. Si nos olvidamos de los tertulianos y de los periodistas estrella, nos quedaremos con el hecho desnudo. Es posible que nos llegue de otra manera. De todas formas, seguiremos sin poder justificar según qué actos. No podremos encontrar nada de poesía en ellos, por eso nunca debemos dejar de buscarla en nosotros. Mejor no ser noticia. Mejor no trascender. Mejor hablar con los demás que hablar de los demás.

2 comentarios:

  1. Como molas...
    ¿Poesía? poesía eres tú, bombón!!!! :D

    Besoslaaargos

    Mayte.

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  2. “Cuando seáis mayores y tengáis una familia, al final, serán estos momentos los recordéis“.

    Tony Soprano.

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