miércoles, 16 de marzo de 2011

Realidad irreal.

Lo de Japón ha sido terrible e impresionante a partes iguales. Por más que hayamos visto toda suerte de tsunamis gracias a los efectos especiales del cine, nada se parece a la realidad como ella misma. Quizás precisamente por eso; porque sabemos que es real. O, a lo mejor, porque parece más ficticio que la propia ficción. Juegos de palabras aparte, existe algo que encoge el alma, algo que nos une sin remedio al enfrentarnos con las grabaciones de la tragedia. No podemos evitar pensar que eso ha ocurrido en nuestro mismo planeta, a personas como nosotros.

Por más que lo veamos en una pantalla, las personas actúan demasiado mal como para ser actores. Y las imágenes son demasiado increíbles como para ser falsas. Esa es la primera impresión. Después, se retira la ola y queda lo que deja y de la manera en que lo deja. El mar amontona las casas, las estruja unas contra otras y se olvida de poner calles. Los barcos navegan, inmóviles, sobre tejados en plena marejada surrealista. Nada casa, nada concuerda con lo razonable. Y, qué demonios, en una situación así lo más razonable es perder la razón. Pero, una vez más, la naturaleza es imprevisible y resulta que las personas que lo han perdido todo y a todos se comportan con un orden desconcertante.

Se los ve tan enteros, tan dueños de sí mismos y tan mesurados con su desastre. Parecen haber asumido la catástrofe como un trámite burocrático, algo molesto pero inevitable. Y, de acuerdo, inevitable es y de nada serviría llorar. Pero es lo que haríamos cualquiera de nosotros, al menos al principio. Porque es lo que te pide el cuerpo -y la cabeza-.

En nuestro país saldrían esas señoras que gritan tanto en todos los funerales que salen por la tele –son arquetípicas-. Y, aunque no todos seamos así, la mayoría lloraríamos y nos hundiríamos. Caeríamos presa del pánico y saquearíamos los comercios, unos para aprovisionarse y otros, sencillamente, para robar y luego traficar con las carencias ajenas. Da bastante vergüenza, pero puedo entenderlo. Es el instinto humano, que se deja llevar por el miedo, la rabia y la desesperanza. Excepto en Japón. Esto, hoy por hoy, me impresiona mucho más que cualquier ola gigante.

Me impresiona porque veo una especie de mentalidad colectiva que es ajena a nuestra manera de entender la vida y de enfrentarnos a la muerte. Se trata de un orden interno que los lleva a guardar el turno durante horas para comprar, por ejemplo, frutas. Y si se acaban, pues se van a otra cola y a esperar pacientemente. No veo pisotones ni tirones de pelo, que serían la norma en nuestro país. No veo, tampoco, humanidad tal y como yo la entiendo. Será cuestión de educación. Será que nosotros entendemos la educación como algo de lo que te eximen las circunstancias y ellos la entienden como la única manera de comportarse bajo cualquier circunstancia.

Probablemente este rasgo que me resulta tan ajeno sea lo que les saque del bache. Se aferrarán a su organización incondicional para reconstruir una de las principales potencias mundiales. Por eso lo son. Cada uno sabe lo que tiene que hacer y lo respeta, de la misma manera que respeta a los demás. Nadie parece creerse en posesión de mayores derechos que el vecino, por eso trabajarán por los derechos comunes, en lugar de hacerlo por los intereses particulares. Sólo hay que pensar en Haití, en los llantos, en los saqueos, en las violaciones, en los asesinatos y en la desesperada petición de ayuda internacional. El día y la noche.

Tal vez nos resulte antinatural. Seguramente nos sorprenda la entereza y la tomemos por frialdad. Pero no lo creo así. Porque, más bien, parece un concepto particular del respeto y de la educación que les controla los desmanes. Una certeza callada según la cual el dolor de cada uno es el dolor de todos, sin necesidad de aspavientos. Prefiero pensar que es pura empatía, pese a que se manifieste como una extraña indolencia. Me quedo más tranquilo, aunque me sigue causando cierto desasosiego.

2 comentarios:

  1. "Será que nosotros entendemos la educación como algo de lo que te eximen las circunstancias y ellos la entienden como la única manera de comportarse bajo cualquier circunstancia"

    así es... así es.. muy bien descrito

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  2. Gracias. Me alegra leerte, Peter.

    Saludos.

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