miércoles, 8 de diciembre de 2010

El mal menor.

Sé que hablando de los controladores voy a perder todo rasgo de originalidad, si es que me quedaba algo, pero no lo puedo evitar. Y no lo puedo evitar, en parte, porque confirma una de mis teorías preferidas: el odio une lo que el amor no puede. Este principio es más o menos aplicable en muchos ámbitos de las relaciones humanas, pero yo prefiero aplicarlo al de las macrorrelaciones. Sin embargo, como es un campo de estudio muy amplio, me centraré en el territorio español.

Sin lugar a dudas, España es un país con grandes diferencias culturales, políticas y sociales. Sencillamente tienen poco que ver un gallego con un andaluz. De hecho, es probable que no se entiendan ni hablando y, sin embargo, uno de Madrid te dirá que sí que se parecen, que ambos son unos penas. Entonces llegará otro de Barcelona y te dirá que ya está el de Madrid con su prepotencia centralista tratando a las provincias como si fueran el tercer mundo. Y así con cada provincia e incluso con cada pueblo –los del otro lado de la calle son unos paletos, vamos a tirarnos piedras al descampado, etc, etc-. Con este panorama, el único desenlace posible es que acabemos reclamando el derecho a la autodeterminación de nuestro salón y matemos al vecino de arriba por violar nuestro espacio aéreo.

No obstante, no pierdan la esperanza. Si es usted un español de pura cepa, de esos que se cuadran ante la bandera de la Plaza de Colón, aunque no lo sepa, padece del mismo mal que los otros nacionalistas. Aun así, todavía tiene una baza para unir su patria: buscar a un enemigo común, alguien a quien pueda llamarse gilipollas en cualquier rincón de nuestra piel de toro. ¿Y quién asume semejante apelativo con mayor precisión que nuestros controladores de vuelo? Antes eran los franceses y sus tomatinas fronterizas, pero también somos chovinistas para esto. Los controladores son un producto nacional.

A estas alturas, los que no me consideraban un frívolo y un cínico, ya se habrán desengañado. Por otro lado, tanto los nacionalistas españolistas, como los nacionalistas vascos, catalanes, gallegos, aragoneses y de Alpedrete me odiarán por igual. ¿Quiere decir ello que soy un factor de cohesión social? Sí y no. Cada uno me odiará a su manera, pero por desgracia no soy tan importante. Además, mis aseveraciones tienden a igualar a unos con otros y –válgame dios- jamás admitirían ningún parecido. De lo anterior se desprende que el factor de cohesión maligno no puede poner en evidencia la identidad personal, sino que debe crear una supraidentidad nacional.

Lo que une debe ser sencillo, lineal. Debe poder expresarse en una oración simple enunciativa afirmativa, por ejemplo: “Los controladores son unos hijos de puta”. Es fácil de comprender, no entiende de nacionalidades y afecta a todos por igual. No genera debate político y resulta evidente la certeza del enunciado. El hecho de que unos tipejos con salarios medios de 250.000 euros paralicen el país por no poder computar bajas y vacaciones como horas extra indigna. Indigna y con razón. Y une.

Por último, me gustaría darle la vuelta a todo el planteamiento. Y es que, tras mi sarcasmo, debe haber algo de orgullo patrio –vayaustedasaber-. Es sólo que está teoría se me ocurrió en actos anteriores, actos donde los “hijos de puta” lo eran de verdad, actos de terrorismo de cualquier color. En España de eso sabemos. Me sorprendió y me agradó la manera en que se dejaban de lado las diferencias. Me gustó también la indignación más o menos generalizada contra ese señor de desconcertante dicción llamado Acebes y sus líneas de investigación electoral. Me gustó ver que los españoles sabemos reconocer una injusticia y darle el valor que tiene, a sabiendas de que deja nuestras reivindicaciones personales en el lugar que les corresponde. El problema es que en esas ocasiones estaba demasiado triste como para disfrutarlo. En cambio, ahora, puedo gozar del odio común al controlador de vuelo. Lo que han hecho es grave, pero son unos villanos entrañables. De puro ridículos.

4 comentarios:

  1. Y lo que ha unido el odio... ¡no lo separe el amor!

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  2. Por dios Nacho, porque has descendido del Olimpo de los "Diesel"? jajaja
    Dos semanas seguidas con temas mundanos.....
    A quien se lo cuentes....

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  3. Por ahí has escrito que últimamente ves poesía en todo. Me gusta mucho. Yo también, pero soy más torpe para expresarme.
    Viva Nacho y su Domo!

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  4. Álvaro, ese es el espíritu.

    Chechu, estoy mundanísimo, tengo que volver a endiosarme oportunamente.

    Marco, si tú eres torpe para expresarte, apaga y vámonos. El cine y la pintura son poesía o, por lo menos, tienen mucho de ella. Viva el Domo :)

    Abrazos.

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